Posteado por: rodriguezpascual | 28 enero 2012

La Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana y Francisco Rodríguez Pascual. Juan Manuel Rodríguez Iglesias.


La Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana y Francisco Rodríguez Pascual.
Juan Manuel Rodríguez Iglesias.

La Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana (BCTZ) nació hacia 1999 en el salón del piso donde residía Paco en la Cuesta de Santi Spiritus. Sentados a la mesa, que siempre tenía llena de papeles de borrador para el último artículo que estaba preparando, o de los libros que estaba leyendo, comenzamos a hacer una lista de títulos que podían componer una colección de libros de Cultura Tradicional Zamorana. Como hicimos una larga lista de títulos (en aquel momento nos salieron más de treinta), decidimos llamar al proyecto Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana. Largo y contundente.

Pero el verdadero origen de la BCTZ hay que buscarlo un año atrás. Y quien escribe estas líneas también tiene en su memoria ese momento. Paseábamos una mañana de sábado por la Rúa Mayor. Paco se paró, y, como tomando una decisión que había estado madurando desde hacía tiempo, me dijo: “Esta misma tarde empezamos. Te voy a proponer que organicemos todo lo que tengo escrito en los periódicos…” Y aquella misma tarde nos acercamos a Carbajales. Me enseñó lo que él ya había organizado, los primeros artículos de finales de los años 70 y todos los publicados a lo largo de los años 80. Eran dos tomos de fotocopias de artículos de El Correo de Zamora, de El Adelanto de Salamanca y de La Gaceta de Salamanca, ordenados cronológicamente. El resto de artículos publicados hasta ese momento estaban dentro de varios montones de periódicos. Era el otoño de 1998. Aquella tarde sólo contemplamos la tarea que nos quedaba por hacer. Para animarme en la labor, me invitó a merendar en Rabanales. Paco seguía las mismas costumbres de mi abuela: “En mi pueblo tienen por costumbre que a quien te va a ayudar en algún trabajo (alguna gera, dirían los albalistanos), le tienes que invitar a comer, para que empiece más animado.” Y así lo hizo él. Aquel año estuvimos sacando artículos de los periódicos que había guardado. Algunos ya los había olvidado, y le causaba cierta satisfacción volver a verlos. Artículo a artículo fueron componiéndose carpetas por años, 1991, 1992, 1993…hasta ese año de 1998. Los artículos se fotocopiaban,  y hacíamos un tomo por año de unas cien fotocopias cada tomo. Algunos artículos ocupaban una página, pero otros, como los de las Hojas de Cultura Tradicional, llenaban dos y tres páginas. De algunos años salieron dos tomos. En años posteriores seguimos haciendo lo mismo, de modo que hasta el 2007 compusimos más de 15 dossieres de artículos. En los últimos años, cuando ya dejó de publicar las Hojas de Cultura Tradicional, el número de artículos por año disminuyó.
Con todo este material se podía hacer algo más que un libro… ¡Una Biblioteca!  Al principio, la idea no estaba muy clara, pero al final de 1999, con motivo del homenaje que le hizo en Salamanca el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos y la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos “Alfonso Ortega Carmona” por sus cincuenta años publicando y colaborando en la prensa escrita, en el cual se presentó un libro con una selección de sus artículos, el proyecto comenzó a tomar cuerpo. Después de clasificar los artículos por temas y de añadir otros artículos de revistas especializadas que los completaban, elaboramos un proyecto donde, una vez  introducido y justificado, aparecían más de treinta títulos de libros que podían salir de su obra periodística publicada a lo largo de los últimos 25 años. No eran libros que había que hacer. Eran libros que ya estaban hechos. Bastaba con ordenar los artículos de cada tema, hacerles una buena introducción y completar algunos detalles, como así lo hizo posteriormente al ir publicando cada tomo de la BCTZ.

Presentamos el proyecto a Luis González de la editorial Semuret, que no dudó en apoyarlo, y de allí pasó a la Diputación de Zamora, que tampoco tardó mucho en asumirlo. Así pudimos tener el primer tomo publicado en el año 2002. Cinco años después se habían publicado 20 tomos, 14 de los cuales formaban parte del proyecto inicial. Estoy seguro de que si la BCTZ continúa como hasta ahora, llegaremos a publicar aquellos treinta títulos proyectados. No era una ilusión, era una realidad.

Paco trabajaba cada tomo con empeño. Hacía las introducciones, situando el tema del que trataba en el contexto de la investigación actual. Incluso había publicado previamente algunos artículos en el periódico para preparar a sus lectores incondicionales. Durante estos años fueron frecuentes sus visitas a la imprenta Kadmos, donde se han ido maquetando, componiendo y editando todos los libros de la Biblioteca. Corregíamos las pruebas y él proponía las  ilustraciones, que en los primeros tomos fueron de algunos artistas e ilustradores con los que contactaba Paco, como Pedrero o Bedate. También echaba mano de su abundante fondo fotográfico, el cual todavía seguimos utilizando. Y si no había ilustraciones iba al lugar donde había que obtenerlas, como ocurrió en el libro de Justo Alejo, o en el Epítome de las Sybillas, buscando imágenes de sibyllas por todo Zamora… y las había, en la catedral y en un convento de Toro.

Como la BCTZ nació con vocación de acoger no sólo las investigaciones que ya había publicado Paco de modo disperso, sino también otras investigaciones que estuvieran en su misma línea, antropológica y etnográfica, aparecieron también otros volúmenes firmados por autores clásicos como Fray Juan Gil, Rojas Villandrando o César Morán, y por autores interesados por sus mismos temas de investigación como Concha Pelayo, Jesús Barros, Luis Torrecilla o quien escribe estas líneas. Con todos trabajó cada libro desde su origen hasta su puesta en el escaparate de la librería Semuret. Cuando paseábamos por Zamora, a la altura de la librería, parábamos delante del escaparate a ver cómo tenía Luis destacada la colección, le daba una palmadita en la espalda a Paco y le decía: “Ya nos queda menos para llenar todo el escaparate con la Biblioteca…”

Publicamos cuatro libros por año, entre el 2003 y el 2006, aunque en 2005 se publicó uno más. Tenía cierta prisa en publicar todo lo que pudiera,  y cuanto antes. Visto desde ahora, sin que los demás lo supiéramos, me parece que él ya sabía que le quedaban pocos años de vida, y quería dejar cerrados el mayor número de libros posibles. Me llamó mucho la atención el interés que tomó por publicar Los Milagros de Nuestra Señora de fray Juan Gil de Zamora. Había otros libros que estaban anunciados en las solapas de los tomos de la colección desde hacía tiempo y no los publicábamos, como el libro del traje regional de Zamora o el de las mascaradas. Pero él se empeñó en que había que sacar el de la Virgen. Yo creo que quería hacer un último homenaje a Nuestra Señora antes de dejar esta vida. Y así lo hizo. En ello demostró ser un buen Filius Cordis Mariae (FCM), un buen hijo del corazón de María, como todos los claretianos. Por aquellos últimos meses nos juntábamos en alguna cafetería cercana a la estación de Autorrés en Madrid para cerrar las ediciones de los tres últimos en los que trabajó: Edades del Hombre III, una profunda y larga reflexión sobre la enfermedad y la muerte desde la cultura tradicional,  El Ciclo de Navidad I,  y el ya mencionado Los milagros de Santa María… Él llegaba de Salamanca a media tarde, y yo volvía del colegio donde trabajo. Allí intercambiábamos pruebas de imprenta e ilustraciones, y charlábamos sobre futuros proyectos. Después, cada uno a su casa. Cogía el Autorrés, y a Salamanca.

El último día que le vi en la residencia de los Claretianos de la calle del Silencio de Salamanca, tres días antes de morir, me entregó las fotocopias del tomo veinte que estábamos preparando sobre Cañizal, con Luis Torrecilla, para trabajar el original y destacar los aspectos etnográficos de aquella investigación. Le dolía todo el cuerpo y le costaba andar. Le acompañé hasta su cuarto y le dejé sentado en la cama. Le miré y me despedí desde la puerta. Cuando iba por la calle, detrás de la Catedral, hacia el coche, me di cuenta de que podría ser la última vez que viera a Paco. Hasta ese momento no quería aceptar que eso pudiera ocurrir tan pronto. Quise volver a darle un abrazo, pero no lo hice… y me he quedado con las ganas de darle ese último abrazo. Tal vez me consuele el hecho de que siempre le tengo al lado cuando estoy preparando las obras que le quedan por publicar. Y así lo creo.


Respuestas

  1. Gracias por tu esfuerzo en exponernos tan a mano los saberes de Don Francisco. Es un placer rebuscar entre sus contenidos las nuevas y viejas aportaciones y, sobre todo, compartirlas en las redes sociales y en nuestra web. !! Seguimos atentos!!


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