Posteado por: rodriguezpascual | 23 diciembre 2010

Los carochos de Riofrío de Aliste. Francisco Rodríguez Pascual.


Los carochos de Riofrío de Aliste

Francisco Rodríguez Pascual.

  1. I. Los personajes

Los Carochos son pre-teatralizaciones, en las cuales tienen mayor importancia los personajes que la misma acción. Esta queda supeditada a aquellos. La acción que se desarrolla en los Carochos resulta pobre en contenido, simple en su esquema argumental, poco rígida y coherente en cuanto al libreto-base, monótona en sus líneas maestras… Son los personajes los que le confieren vida e interés en cada caso… La acción se pliega, no a las exigencias del guión, sino más bien a las características de los

diversos personajes que intervienen en ella. Por todo lo dicho anteriormente vamos a prestar especial atención a dichos personajes de los Carochos de Riofrío, a la explicación del peculiar “temperamento” de cada uno, a la descripción de sus disfraces…

Son once los personajes que intervienen en la mascarada invernal del pueblo alistano. Algunos actúan en pareja; por eso los trataremos de forma conjunta.

1. Los Diablos

Se trata de los carochos propiamente dichos, aunque el vocablo se aplique por extensión a cuantos participan en la mascarada. Son dos: el diablo grande y el diablo chiquito. Van siempre juntos. Su aspecto tremebundo, sus gritos de terror y su fuerza ostensible les constituyen en auténticos protagonistas de la representación. Como dice Isacio Rodríguez, “ellos son la plenitud, el plato fuerte del festejo. Su aspecto evoca salvajes ambientes de bárbaras mitologías”. Por unas horas serán la pesadilla (y el regocijo) del pueblo, pesadilla que proseguirá en muchos sueños infantiles. Se considera por los mozos un honor ser escogidos para hacer de diablos.

a) El Diablo Grande

El disfraz del Diablo Grande y la instrumentalidad que porta nos hacen pensar en un ser agresivo y temible. Sin embargo, sus comportamientos resultan más bien sosegados, quizás por hallarse seguro de su prepotencia. Estas son las piezas de su atuendo estrafalario, según la reconstrucción que han hecho para este libro Isacio Rodríguez y Juan Francisco Blanco:

Carocha o careta: máscara plana de corcho, recubierta de pez derretida, que le da un diabólico color negro. Los ojos son dos agujeros orlados de rojo, que permiten la visibilidad. Un picudo saliente constituye la nariz. Y un agujero alargado y enmarcado por dos grandes colmillos de cerdo dan forma a la boca. El Diablo se aplica la carocha a la cara y la mantiene fija mordiendo un saliente de cuero fijado en su cara posterior.

Piel de oveja, con rabo incluido. Forma cuerpo con la cabeza del enmascarado. La cubre totalmente a ésta y cae sobre la espalda. El rabo va situado en la parte inferior. Su movimiento, cuando corre el Diablo, ayuda a producir espanto.

Chaqueta vieja de paño negro, de las que se usaban antiguamente en la región.

Pantalón también antiguo, de los llamados de trapa o trampa.

Botas y polainas de pastor.

– Instrumentalidad:

Cencerros: cinco o seis colocados en la parte trasera de la cintura y sujetos a un amplio cinturón de cuero, a veces, lleva además una banda de changarras

o esquilas en bandolera. Su sonido –bucólico o amenazante– se oirá durante todo el día.

Tenazas: son extensibles y constan de diez o doce tramos de dos listones cruzados. Los listones se articulan de dos en dos entre sí en el punto de cruce y con los dos siguientes en los extremos. Los dos últimos rematan en sendos cuernos de cabra o

beche, mirando las puntas hacia dentro para que no se junten. Esta estructura permite un alargamiento increíble de las tenazas, pintadas de rojo vivo, el color del infierno. La extensión y repliegue de las mismas constituyen el mayor gesto de amenaza por parte del Diablo Grande.

b) El Diablo Chiquito

Es también agresivo, pero con una personalidad más inquieta. Como dicen los paisanos, tiene muy mala leche. Da la impresión de que quiere hacer verdadero el dicho de

la comarca: “Pequeño y delgado, siempre rabiado”. Es un auténtico cascarrabias. Se le llama también “el de las zarzas”, aludiendo a las que lleva sobre la zamarra. Esta es su indumentaria:

Cara tiznada o enciscada.

Melena revuelta de negras cerdas de cola de vaca, que le caen por la espalda. Lleva una mecha prendida.

Chaqueta y pantalón viejos de negro paño.

Zamarra de oveja sobre las espaldas, provista de zarzas punzantes.

Botas y polainas de pastor.

– Instrumentalidad:

Cencerros en cintura y pecho.

Conchas, en número de dos. Son rectángulos de corcho quemado con los que tizna o “marca” a las víctimas que logra atrapar, restregándoselos por el rostro o por la ropa.

Si para hacer de Diablo Grande se escoge a jóvenes altos, corpulentos, con fuerza y que pisan firme, para hacer de Diablo Chiquito se echa mano de jóvenes pequeños y delgados, pero ágiles y rápidos de movimientos. Los dos constituyen una pareja inseparable y complementaria.

2. Los Gitanos (Gitano y Filandorra)

Aparecen también como personajes malos y vitandos. Ellos y los Diablos son en realidad los únicos temibles de la comparsa. Los otros resultan graciosos y grotescos, pero inofensivos. Lo único que se proponen es divertir a los espectadores. Son dos: el Gitano y la Gitana (Filandorra). Se les llama a veces Filandorros, por el sobrenombre de la Gitana; o Empapelados, en alusión a lo más llamativo de su atuendo. En efecto, los dos van por la tarde enfundados en túnicas de saco enteramente cubiertas de varias capas superpuestas de papeles cortados en tiras. Llevan también gorros del mismo material y con la misma confección. Observa Isaac Rodríguez que “al moverse los papeles, se agitan con un curioso efecto cómico, que se convierte en dramático para los elegidos por su manía persecutoria”. Cada uno de los personajes se desdobla según actúen por la mañana o por la tarde.

a) El Gitano

El Gitano está pergeñado como un personaje charlatán, hablador, al que se le va la fuerza por la boca. Parece más preocupado de amenazar que de actuar en consecuencia.

Juan Francisco Blanco enumera minuciosamente las piezas de su indumentaria, tanto matutina como vespertina.

i. Vestido de mañana

– Pantalón y chaqueta rotos

– Albarcas o botas de goma rotas

– Sombrero de paja, viejo y roto

– Diversas pertenencias:

• Reloj de madera o cartón colgado al cuello

• Tijeras grandes de esquilar

• Mochila con papeles

• Bota de vino

• Albarda a cuestas

• Burro con dos pallizas en forma de estribos, una a cada lado.

– Instrumento percutiente: la pelota. Consta de una vara, a manera de tralla, de cuyo extremo pende una pelota de trapo. Con ella, el Gitano golpea rabiosamente el suelo para asustar a la gente o lanza la pelota a las piernas (sobre todo femeninas) para enroscarla en ellas y hacer caer a las víctimas.

ii. Vestido de tarde

Por la tarde, el Gitano va vestido de papeles, conforme al estilo que hemos descrito anteriormente.

b) La Gitana (Filandorra)

Figura como la mujer del Gitano. Anselmo Rodríguez describe así su personalidad dramática: “Es la que se enfrenta directamente al público, sobre todo a partir de la primera pelea. Acosa preferentemente a la juventud femenina. Empolva con ceniza o cernada a cuantos se ponen a su alcance. Jamás habla, es muda; pero se muestra activa y socarrona. Se desplaza independiente del Gitano siempre que se presenta una ocasión propicia para cortar el paso o buscar el escondite de las jovenzuelas”. Estos son su atuendo y pertenencias:

i. Vestido de Mañana (de gitana)

– Chambra antigua de vivos colores

– Mantón antiguo de cuadros

– Pañuelo antiguo de colores fuertes con flores

– Collar de bullacas (bollagras)

– Varas o pendientes redondos

– Cesta alargada con tapadera, que contiene agujas, alfileres, flecos, puntilla, cintas… para vender.

ii. Vestido de tarde (filandorra)

– Traje de papeles en gorro, chaqueta y pantalones.

– Enorme rueca con la que simula hilar lino.

– Cesta de mimbre colgada del brazo y apoyada en la cadera. De ella extrae la cernada (ceniza) que arroja a la ropa e incluso a la cara de los mirones… “y sobre todo de las mironas de buen ver”.

3. Los Ciegos (Ciego y Molacillo)

Son dos personajes complementarios: el Ciego propiamente dicho (Ciego de Atrás) y su guía o lazarillo, el Molacillo (Ciego de Alante). Caminan agarrados a un largo vástago

de parra (de las de “tetacabra”, situadas a la entrada de las casas), tirando siempre el Molacillo. Generalmente se muestran pacíficos con el público, aunque a veces tratan de envolver y acorralar a la gente con el flexible trozo de sarmiento. En la representación aparecen como una especie de personajes neutros o personajes bisagra, atacados sañudamente por unos y defendidos a ultranza por otros. La caracterización los presenta cual polos opuestos: astroso el Ciego, pulido el Molacillo.

a) El Ciego (Ciego de Atrás)

Es característico su andar renqueante y en oblicuo, arrastrado por el guía. Anselmo Rodríguez define así su personalidad: “Es personaje importantísimo en el conjunto del ceremonial. Contra él se encarnizan las iras de unos (Los Diablos) y se extreman las defensas de otros. Aparece como un personaje débil en su actuar, silencioso, objeto de las burlas de sus propios defensores. Manoseado, defendido, castigado…”.

Este es su disfraz:

– Capa de saco, con gamones en forma de cruz.

– Pantalones de saco, al igual que la capa.

– Antiparras toscas de anillos de corcho pegados en embudo que le dan un aspecto grotescamente miope. A veces lleva también una careta antigás, de las de la Guerra Civil.

– Instrumentalidad:

• Caja de latón a manera de organillo.

• En el carro:

– Naspa de madera

– Rueca para la Filandorra

b) El Molacillo (Ciego de Alante)

Como el lazarillo tradicional, representa el papel del listo de la pareja. Es la personificación de la elegancia suprema, tanto en su vestir como en el uso del lenguaje. Se escogen para este papel mozos esbeltos y de buena planta. Parece ser el representante de la cultura urbana, frente al Ciego que lo sería de la rural. Va ataviado de esta forma:

– Alto gorro de cartón, con la parte delantera más elevada y adornada con pegatinas polícromas.

– Cara pintada de blanco (con harina o barro blanco).

– Camisa blanca sin corbata.

– Pantalón ceñido; a ser posible de los de la antigua infantería española (rojo con franja azul); a falta de éstos, blanco.

– Leguis o botas de militar.

– Otras pertenencias:

• Larga vara roja, con aguijón.

• Dos mochilas iguales.

4. Los Guapos (Galán y Madama)

Es la pareja matrimonial representativa de la región. Por eso van ataviados con el traje típico de Aliste en su versión festiva. Reciben el nombre de Galán (tradicional) y Madama (galicismo). Esta última lleva en su regazo un muñeco de madera vestido también a la bella usanza tradicional. Son personajes pacíficos. Al contrario de lo que ocurre en otras partes, nadie les ataca; pasan por medio de los más agresivos sin ser molestados. No hablan, no realizan otra actuación que la del simple paseo. Contrasta este grupo vistoso con la mala catadura de otros personajes. Ésta es la indumentaria de la pareja:

a) Galán

– Diversas piezas del traje típico festivo.

– Faja roja.

– Vara de caña con cintas.

– Castañuelas adornadas con cintas de colores; repicándolas se marcaba el ritmo de paso.

b) Madama

– Pañuelo merino.

– Blusa blanca.

– Mantón triangular.

– Manteo: uno para la pelea y otro para pedir.

– Pendientes.

c) Niño

– Faja rodeando el cuerpo.

– Gorro de “crista”.

5. El del Lino

Isaac Rodríguez lo ve como miserable mendigo de aspecto siniestro. Anda  derrengándose y pidiendo a cada vecino un cerro de lino que almacena bajo la amplia capa. Anselmo Rodríguez opina que lleva connotaciones de lo picaresco: busca refugio entre las faldas de las más jóvenes, es escurridizo, raquítico, desaliñado, cojo…; procura mostrarse gracioso en todo momento; actúa por sí mismo y es un tanto solitario. Va disfrazado de este modo:

– Gorro de piel de conejo.

– Camisa de lino o lienzo basto.

– Bragas de paño de color marrón.

– Polainas de las mismas características.

– Medias blancas.

-– Mazo de lino en las espaldas.

– Careta.

– Cayata.

– Un jibón.

6. El del Cerrón

Parece ser una especie de pastor vestido a la alistana. Lleva las siguientes prendas:

– Casaca o angarina de color marrón.

– Visera negra.

– Aparatoso zurrón de cuero sin curtir; suele ser de piel  de cabra.

Este personaje hace de aguinaldero: recoge en el zurrón los donativos de los vecinos, como chorizos, longanizas, nueces, pequeñas cantidades de dinero…

7. El del Tamboril

Isaac Rodríguez lo recuerda así: “Medio resguardado bajo la casaca de paño, a un costado llevaba colgado un tamboril del país, que tocaba continuamente marcando el paso lento de la pareja de Guapos. El sonido del tamboril se combinaba bellamente

con el de las castañuelas que tocaba el Galán”.

He aquí las piezas de su atuendo:

– Boina.

– Traje antiguo de paño.

– Cholas.

– Tamboril adornado con cintas.

  1. II. L as canciones o coplas

Van a continuación algunas coplas, cantadas sobre todo por el Molacillo (guía del Ciego) durante los Carochos.

1

Estos ciegos no son ciegos,

que tienen la vista clara,

la boca llena de dientes

para comer la tajada.

2

Yo pasé por Villarino,

por Villarino cantando.

Las mozas de Villarino

me se quedaban mirando.

3

A la harina, la harina;

al salvao, salvao,

y al pimiento picante

colorín colorao.

Colorín, colorao,

colorín, colorao.

A la harina, la harina;

al salvao, salvao.

4

Zaragoza está en un alto (bis),

la Torre Nueva en el medio

y la Virgen del Pilar (bis)

a las orillas del Ebro.

5

En el alto Los Castricos (bis)

Hay una inmensa laguna

donde se lavan las feas (bis)

porque guapa no hay más que

una.

6

A la puerta de un pajar (bis)

vi orinar a un gallego.

Le vi los pelos del chisme (bis)

y la bolsa por pelar.

7

A tu padre le llaman

el rey de copas;

a tu madre, el caballo

y a ti la sota.

Y a ti la sota, niña,

y a ti la sota.

A tu padre le llaman

el rey de copas.

8

Arrepún que te meto,

son tres lugares:

Puerto Rico, La Habana

y Buenos Aires.

Y Buenos Aires, niña,

y Buenos Aires.

Arrepún que te meto,

son tres lugares:

9

Arrepún que te meto,

alza el manteio,

que si tú no lo lanzas

toda te meio.

Toda te meio, niña,

toda te meio.

Arrepún que te meto,

alza el manteio.

  1. III. Notas previas

1. Fechas

Los Carochos se han celebrado tradicionalmente el día de Año Nuevo. En algunas ocasiones se han trasladado a agosto, cuando está en el pueblo la mayor parte de emigrados o trasterrados. Sin embargo, esta práctica no llegó a consolidarse.

Además de los Carochos de los mozos existen los Carochos de los muchachos o adolescentes. Estos los celebran con menos alardes, el martes de Carnaval.

2. Preparación de la Mayada

El día 25 de diciembre, los participantes en el festejo o celebración, llamada popularmente Obisparra, proceden a limpiar la poza o fuente del lugar denominado La Mayada, que utilizan las mujeres para lavar, por estar ubicada en un valle resguardado del frío. Con su agua templada se regaban también algunas huertas. En la poza lavaban la carocha del Diablo Grande y la dejaban preparada para la representación del día 1 de enero.

3. Selección de Carochos

No existe ningún acto o ceremonia especial para la elección de los Carochos. Sin embargo, existe la antigua costumbre de conceder preferencia a los mozos que durante el año han sacado el “pan bendito” para que elijan a los personajes de la popular representación, sobre todo a los dos Diablos (Carochos en sentido estricto), que son los más admirados por la gente.

4. Pedición de cencerros

Los dos Diablos elegidos son los encargados de pedir los cencerros a los vecinos que los tengan la noche de fin de año. Los devuelven el dos de enero. Entregan un trozo del

chorizo recolectado a cuantos han prestado cencerros u otros instrumentos.

5. Mozas para los bailes

Los dos Diablos o Carochos son también los encargados de buscar a las mozas que han de intervenir en los bailes, convenciéndolas para que acepten.

  1. IV. El día de los Carochos

1. Vestición y maquillaje.

La vestición y maquillaje se ha hecho, desde tiempos inmemoriales en la portalada de un tendero, vendedor de todo lo vendible. Allí se reúnen todos los personajes y se someten a la acción de personas expertas (sólo hombres), que colocan los cencerros, ciñen las fajas, empolvan el rostro… Antiguamente estaba prohibida la asistencia de público. Este se va congregando en la calle adyacente y en otros lugares estratégicos del pueblo, desde donde se pueda captar mejor la inmensa emoción de la salida.

2. La salida.

Se produce después de la Misa Mayor, a la cual no asisten los Corochos. La señal de salida viene dada de forma inminente por el disparo de un cohete. Este es el orden en

que van apareciendo los distintos disfrazados:

– Los dos Diablos.

– El Gitano y la Filandorra.

– El Ciego y el Molacillo.

– El resto de la Obisparra o “troupe” de personajes.

Isaac Rodríguez recuerda así sus vivencias infantiles de este momento esperado:

“Se abría el enorme portalón de madera de olmo y, entre un trueno de cencerros de sordo timbre, salían de estampía los Diablos, como una furia. Saltando salvajemente y blandiendo uno las corchas y extendiendo el otro hacia los espectadores el infernal tentáculo de sus tenazas, se movían en todas las direcciones para que las melenas y los

cencerros se agitaran. Después de algunas escaramuzas a la puerta misma, se lanzaban como un furor calle abajo, sin dejar de dirigir gestos de amenaza hacia los grupos de mirones, sobre todo si entre ellas atisbaban mozas casaderas”. El Gitano y la Filandorra salían desparramando en todas direcciones el maligno contenido de sus cestas y faltriqueras, nublando el aire con violentas ráfagas de ceniza o cernada espolvoreada, que llegaban a los rostros y las ropas de los mirones… Perseguían sobre todo, lo mismo que los Diablos, a las jovencitas núbiles… Los vivos y rápidos movimientos y giros de las túnicas de papel describían en el aire pintorescos remolinos y aleteos. Además de la temible amenaza de la ceniza, el Gitano no dejaba de blandir y aplastar contra el suelo, a los pies del público asistente, la pelota, repitiendo sin cesar para justificar sus ataques: ¡Aquí me hele…! Después de los Gitanos, hacían su salida el Ciego y el Molacillo. El Molacillo “el de alante–, erguido y tieso; el de atrás, derrengado bajo su grotesco capote. El Molacillo no dejaba de lamentarse de los achaques y torpeza de su hermano”.

Por último, salía el resto de la “troupe” u obisparra en el argot local.

3. Felicitación a las autoridades.

Como en otras mascaradas invernales protagonizadas por los mozos o los quintos, también en las de los Carochos de Riofrío un momento importante es el de la felicitación de las Pascuas y Año Nuevo y la recepción del aguinaldo o limosna. Y al igual que en algunas localidades, en Riofrío de Aliste se distinguen dos etapas en este acto de cortesía. En la primera –después de la salida de los Carochos– se felicita a las autoridades. En la segunda –ya adelantado el festejo– se hace lo mismo con el resto de los vecinos. Además de estas felicitaciones, existía la generalizada entre vecinos, sobre todo entre familiares y allegados. Especial importancia tenía la felicitación de los ahijados a sus padrinos. En cualquier caso suele emplearse una fórmula de felicitación de carácter consuetudinario que se ha venido repitiendo año tras año. El anteriormente mencionado Isaac Rodríguez la recuerda perfectamente:

Buenos días de Años Nuevos en la salida de Años Viejos, en vida del Tí… (aquí el nombre del cabeza de familia) de la Tí (aquí el nombre de la esposa) de…, de… (nombres de los demás miembros de la familia) y de toda la familia que Usted bien quiera. A lo que la persona felicitada respondía con otra fómula, empleada en las demás ocasiones de parabién. No es menos rancia y sí más concisa y expresiva:

“¡Que d’hoy ‘n un año!”. Acto seguido tenía lugar la entrega del aguinaldo, generalmente de los productos de matanza: ramal de longaniza, chorizo del cagalar…

En la felicitación a las autoridades, solía seguirse este orden:

– Guardia Civil.

– Alcalde.

– Cura.

a) Guardia Civil

Cuando existía Cuartel de la Benemérita, era el primer lugar que se visitaba, no por razones de protocolo, sino porque los disfrazados, además de felicitar a los guardias, tenían que cumplir un requisito previo: acreditar simbólicamente su identidad, demostrar que todos los papeles estaban en regla… Hoy hace de guardia un vecino cualquiera del pueblo. Sale al paso de la comitiva y solicita del Molacillo y del Gitano información sobre su procedencia, profesión, destino, identidad de los componentes del grupo, animales que llevan… Los demandados deben tratar de convencerle de la licitud

de sus actividades e intenciones, asegurando que no son sospechosos y tienen la pertinente documentación… Al llegar a la primera portalada, encierran al vecino que ha estado haciendo de guardia.

b) Alcalde

La visita a la primera autoridad civil es estrictamente protocolaria. Se desarrolla con relativa seriedad y se guarda toda la normativa ritual y ceremonial. Tal vez se deba esto a que esperan de él el mejor aguinaldo.

c) Cura

La felicitación al sacerdote conlleva una práctica realmente curiosa: el bautizo del Niño. Lo presenta la Madama, que va acompañada de su Galán. El sacerdote hace el simulacro

del bautizo. El cura actual –que lleva ya muchos años en el pueblo– no pone ningún reparo en el acto, que resulta enormemente simpático.

4. Camino de El Sagrao.

El Sagrao (Sagrado) es la plaza que está frente a la iglesia parroquial. Hacia ella se encaminan los personajes de la celebración. En el trayecto surgen algunas incidencias.

Esto de las incidencias es algo habitual a lo largo de toda la mascarada. Unas están más o menos programadas; otras surgen sobre la marcha. Dos suelen producirse camino de

El Sagrao: la desaparición del Ciego y la venta del burro. El tantas veces citado Isaac Rodríguez las describe así:

a) Desaparición del Ciego

Aprovechando un descuido del Molacillo, el Ciego se despista por una corraliza que da a los huertos y desaparece. Cuando el Molacillo cae en la cuenta, convoca a algunos

espectadores e indaga sobre el paradero del “hermano”. Los interrogados suelen declararse incapaces de darle una pista. Él se deshace en lamentos. Pero el destino viene en su ayuda. Se oye lejano el sonido de un cuerno de caza. El Molacillo tensa la atención y presta oído para averiguar el lugar de procedencia de la señal. Explica al público que éste era cabalmente el recurso entre él y su compañero para caso de extravío. Aunque momentáneamente titubea y se muestra desorientado, acaba por localizar el lugar donde suena el cuerno. Hacia allí se dirige. Regresa enseguida, arrastrando penosamente al Ciego, amonestándole e increpándole por su falta de cuidado.

b) La venta del burro

A continuación, el Molacillo intenta vender el burro en que cabalga su hermano a uno de los espectadores. Para ello emplea las argucias de los tratantes de ganado (gitanos o no) tan abundantes y habituales en una región eminentemente ganadera. Por supuesto, termina convenciendo al ficticio comprador.

5. La pelea de El Sagrao

Es quizás uno de los momentos más importantes de toda la celebración. Juan Francisco Blanco, organizador y animador de los Carochos en su última etapa, ha reconstruido los

momentos iniciales para este libro. Una vez llegados a El Sagrao, la concurrencia vuelca el carro en que vienen el Ciego y la Filandorra. Ésta se tira a punto, pero el Ciego queda

seriamente accidentado. Ante tamaño desastre, el Molacillo y el Gitano se lamentan. Buscan entre el público a un médico que le cure y a un sacerdote para que le preste los auxilios espirituales. Con bastante frecuencia se ofrecen médicos y sacerdotes de verdad para realizar el simulacro. En este momento comienza propiamente la pelea, que es pelea, cante y baile a la vez. La aparición de los Diablos desencadena una acción trepidante y confusa. Una vez más es Isaac Rodríguez quien nos lo recuerda: “Con la aparición de los Diablos, un nuevo escalofrío recorre los grupos de espectadores. De ellos se escabullen mujeres y niños, buscando zonas más protegidas. Las infernales tenazas del Diablo Grande extienden hacia lo alto su insistente amenaza. Los cencerros acentúan por momentos su oscuro rugido. Los gestos y saltos de los abominables personajes infunden de nuevo el pánico. El grupo de disfrazados se alinea en dos filas y se organiza la “pelea”. Más que pelea es una danza con música de jota alistana combinada con ciertos gestos agresivos de algunos de los Carochos. Todas las parejas naturales quedan enfrentadas en la danza. Los diablos blanden, sin interrumpir el ritmo del baile, sus feroces instrumentos, frente a frente. Los Gitanos agitan nerviosamente

los papeles de su indumento, formando pareja de baile. Naturalmente, el Galán baila con la Madama. Esta pareja es la que realmente hace los honores al baile y da calidad a la jota. El Galán se acompaña como siempre de las castañuelas. “El del tamboril” con su instrumento y el Molacillo raspando las conchas completan una orquesta en la que no falta el vocalista: el polifacético Molacillo. Es el encargado de cantar la jota local, con letras de picarescos amoríos campesinos o alusivas a la vida del pueblo durante el año que ha pasado. El mismo Molacillo provoca con su vara al Diablo Grande, simulando golpearle. Éste responde abriendo fieramente sus tenazas. El Ciego se ha escondido detrás de la iglesia y hace sonar su cuerno. Es señal de que debe disolverse

la reunión. Antes, se vuelven a producir acosos y embestidas a los asistentes, sobre todo a las muchachas”.

6. Felicitación a los vecinos.

Se hace normalmente por la tarde, después de comer. Para ello, los disfrazados se reparten las diversas calles del pueblo por grupos o parejas naturales. Visitan casa por casa para felicitar el Año Nuevo y pedir el aguinaldo. No deben coincidir nunca dos grupos en el mismo domicilio. Existe un orden prescrito y respetado para el recorrido: los Molinos, la Cuesta, el Molinico, las Eras, los Barracones… Ya hemos consignado antes el formulario utilizado en este momento de la celebración, por eso, no vamos a repetirlo. Sólo queremos añadir dos puntualizaciones: 1ª. No se acostumbra a pasar por casa de las viudas, que aquí han guardado luto de por vida. Tampoco se suelen visitar los domicilios en los cuales ha habido muerte reciente o desgracia considerable; 2ª. No se pide el aguinaldo a aquellos que, tal vez por pobreza, no han hecho matanza. Los Carochos –generosos en esta ocasión– les hacen partícipes de la matanza del pueblo, ofreciéndoles un trozo de chorizo.

7. Arada de la Era.

Este rito ancestral –que también encontramos en otros pueblos de Aliste– se realiza al atardecer, va acompañado del jolgorio de la gente. La presencia del personal da lugar a nuevos acosos y escaramuzas, sobre todo por parte de Diablos y Gitanos.

8. Peleas y bailes menores.

Por la mañana y principalmente por la tarde se producen peleas y se organizan otros bailes que los mismos vecinos llaman “menores”: pelea de la calle de Los Molinos, baile 2º del Sagrao, Pelea de Los Barracones… La última pelea es la de las Eras. Nos describe así el final del festejo Isaac Rodríguez: “Aunque los más activos acusaban ostensiblemente el natural cansancio, todavía les quedaba vitalidad suficiente para organizar una segunda edición de la pelea de la mañana, terminada le cual, se des esta vez ‘corridos’ y ‘jotas’ hasta el anochecer”.

9. Comensalidad final

En días sucesivos se tienen meriendas-cenas de confraternidad, hasta que finalizan las provisiones recogidas durante el primer día del año. A ellas invitan a los demás mozos del pueblo (ahora también a las mozas), que deben aportar el pan y el vino.

10. A manera de apéndice.

A lo largo de toda la exposición se habrá visto que los carochos, sobre todo los agresivos (Diablos y Gitanos), no sólo pelean con otros componentes del grupo, sino que agreden constantemente al público con intimidaciones, persecuciones, acosos… No exiten zurras, golpes, bapuleos…; sólo algún pequeño castigo. Sin embargo, la presencia de dichos carochos con su instrumental intimidatorio (tenazas, corchas,

pelota, cernada) genera el pánico en el pueblo. El simple sonido de los cencerros –que no cesa en todo el día– equivale a malos presagios.


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