Posteado por: rodriguezpascual | 11 enero 2011

Los animales en el mundo humano. Relación del Gallo.


Los animales en el mundo humano.


Desde el principio, los animales han sido parte integrante de la vida del hombre, de su biografía y de su historia, de sus ecosistemas, de su circunstancia, de su mundo… a pesar de esto, el hombre, hasta el presente, no ha sabido qué hacer frente al animal. Sabemos a qué atenernos cuando tratamos con piedras, vegetales o personas, Pero no cuando lo hacemos con animales prehumanos.

Quizás haya sido Ortega quien, con mayor agudeza, haya analizado ese carácter “confuso, borroso, ambiguo, que percibimos en el modo de ser de la bestia, por lista que ésta sea”. No siente ningún rubor en confesarlo: “La verdad es que… el animal nos azora. No sabemos bien cómo tratarlo, porque no vemos clara su condición. De aquí que, en nuestra conducta con él, nos pasemos la vida oscilando entre tratarlo humanamente o, por el contrario, vegetalmente y aun mineralmente.

Se comprenden muy bien las variaciones de actitud ante el bruto, porque el hombre ha pasado a lo largo de la historia desde ver en él casi un dios, como los primitivos y los egipcios, hasta pensar, como Descartes y su discípulo, el dulce y místico Malebranche, que el animal es una máquina, un pedrusco algo más complicado”.

Entre estos dos polos opuestos de la mineralización y la divinización, dentro del mundo humano, hay que situar las diversas tesituras del Sapiens ante los animales. Tesituras que son múltiples, heterogéneas y hasta contradictorias. Precisamente, mirando de reojo al hombre la ley romana distinguía entre animales fieros o salvajes (viven independientemente del hombre), mansos o domésticos (nacen y viven en compañía del hombre) y amansados (extraídos de la naturaleza, y posteriormente domesticados).

En el lenguaje coloquial, hablamos hoy de animales nocivos o dañinos al hombre, a sus animales domésticos o a sus pertenencias en general. Pero también aludimos con frecuencia, y en términos general y axiológicamente positivos, a los animales de adorno y a los animales de compañía. En el campo técnico-científico, se cita con cierta asiduidad a los animales (hemacrimos o hematermos, vivos o muertos) que empleamos como auxiliares o útiles en la medicina, en la agricultura, en la industria…

Los enormes servicios que diversas clases de animales han prestado al hombre, a lo largo de su devenir histórico, han conducido a la antropomorfización, a la personificación de los mismos. Los animales aparecen muchas veces como protagonistas, antagonistas o personajes secundarios en leyendas, cuentos, fábulas, narraciones míticas, etc., ostentando la condición de personas. “Prosopopeya” se llama a esta figura en la Preceptiva Literaria. De alguna especie animal en concreto hacen ciertas tribus su “totem”, su ancestro primordial y originante. Pueblos más avanzados colocan a los animales en sus escudos heráldicos, denotadores de la presunta alcurnia o prosapial.

En ocasiones, no sólo se ha personificado, sino que se ha divinizado o sacralizado al animal. Animales divinizados, a los que se rinde adoración y culto, aparecen en casi todos los panteones: Egipto, Oriente antiguo, mundo clásico de Grecia y Roma, mitología védica, sistemas religiosos de los amerindios… A veces se urdió en torno a algunos de ellos (por ejemplo, en torno al animal blanco o albino) una serie de creencias y comportamientos que se hallan a medio camino de la religión y la magia.

En resumen, la actitud del Homo Sapiens ante sus hermanos de vida, los animales (también él es animal), ha sido y es multiforme, con una posibilidad indefinida de variantes. El hombre (carnívoro a la fuerza) ha cazado al animal, lo ha domesticado, lo ha utilizado, lo ha asociado en su vida sentimental, lo ha sublimado o elevado a niveles humanos y aun divinos. Por supuesto también se ha divertido con él, ofreciendo incluso espectáculo, dentro de un ambiente lúdico y festivo. Según parece, es Zamora la provincia española que presenta, en la actualidad, mayor número de diversiones con animales: capeas de pueblos, corridas de gallos, salto de la cabra… Pero conviene distinguir entre divertirse con los animales y divertirse a costa de los mismos, de su sufrimiento, de su muerte…

Compartir el solaz y el juego con el animal es algo magnificante… Lo otro, no; decididamente, no. Ortega y Gasset no llegó a sospecharlo: cada vez con mayor lucidez, está descubriendo el hombre cuál ha de ser su actitud ante el animal.

La llamada ecoética o ética ecológica (de la cual es una parte esencial la zooética) habla ya sin reservas de los derechos que poseen los animales, por el mero hecho de ser, de vivir, de sentir… Derechos que ha de respetar el hombre. Ese es uno de sus deberes fundamentales dentro de la biosfera.

A la luz de estos principios, habría que revisar la conducta humana con los animales en las diversiones antes mencionadas. Tal vez no sea necesario suprimirlas. Pero sí someterlas a las normas de la ética más elemental. A la ética, en sentido amplio, corresponde dictaminar las reglas del juego entre el animal y el hombre. ¿Por qué no abrimos, de una vez por todas, un debate serio y civilizado sobre el asunto? a nosotros, los zamoranos, el problema nos atañe de una manera especial.

Para la parte documental he seleccionado una “Relación del gallo”, declamada por Luis Antonio Sánchez en Guarrate.

El autor de la misma recoge perfectamente el ambiente festivo que rodea a la tradicional celebración de los quintos; celebración que tiene todas las características de un rito sacrifical; y actualmente, de un rito de paso de la adolescencia a la mocedad (entrada en quinta), del invierno a la primavera.

1

Un saludo de homenaje,

de afecto y de simpatía;

un saludo de alegría

para rendir vasallaje.

Con caballo, espada y traje

los quintos hoy nos reciben;

con sus discursos suscriben

la zozobra e ilusión,

el ambiente y la emoción

que con el Gallo se viven.

2

El joven que cumple veinte

sueña que llegue este día;

en su intimidad ansía

lo que su alma presiente.

Sueña un día diferente,

rodeado de fragancias,

el entierro de su infancia,

una explosión de virtud,

la flor de una juventud

de jarana y arrogancia.

3

El Gallo es más que un ritual;

con su esencia nos atrapa;

es puente entre dos etapas,

la fuerza de un ideal,

el faro espiritual

de un pueblo que lo venera;

una sed que nos altera

y nos llena por momentos;

los desgarros, el momento

que anuncia la primavera.

4

Primavera en el ambiente

y primavera en el alma;

es un murmullo de palmas

que abraza al adolescente.

Brotes, raíces y fuente

de nuestro gozo interior,

el Gallo es ronco clamor

del palpitar de mi tierra;

algo que en su red encierra

lo más grande lo mejor.

5

Por eso, el quinto desea

compartir sus ilusiones;

y se abran los corazones

al embrujo de su aldea.

Por eso, el quinto recrea

este extraño carnaval,

le da un empuje especial,

lo transforma en sentimiento,

o fecunda con su aliento

y lo hace fiesta local.

6

En estas fechas, los quintos

viven en un mundo aparte;

se mezclan pasión y arte;

todo parece distinto.

Desde el más oculto instinto

estamos trasfigurados;

nos sentimos obligados

a mandar abrazos fuertes,

a desear paz y suerte

a todos los congregados.

7

Pensará algún caradura,

al ver mi lenguaje fino:

¡qué bien habla éste de Tino!,

¡qué elegancia! ¡qué finura!,

¡qué palabras! ¡qué hermosura!.

Quien piense así, piensa en vano;

aquí se nota otra mano;

no merezco los honores.

Este discurso, señores,

me lo escribió Justiniano.

8

Tras colocarme el anuncio,

me explicaba la batalla:

–Tú jamás hagas renuncio;

si alguna cosa te falla,

déjala, yo la pronuncio.

Señalándome al autor,

aconsejaba mi abuela:

–Cumplirá bien su labor;

habla tu abuelo mejor

que Camilo José Cela.

9

Ya se lo dijon antaño

cuando vinon por los chotos

y supon que no hubo engaño

cuando compremos hace años

el arradio y el amoto.

Nos lo trajon un diario

y lo escuchemos cantar;

pero se averió el arradio

porque no pudo llegar

a tiempo el vetulinario.

10

El amoto tuvo fallos

y se nos paró una noche;

ya no quison más derroche;

ahora tienen caballo

pa chocarse con los coches.

Volvía el Gallo de un viaje,

tras correr en los encierros;

y al realizar un viraje,

casi nos toca ir de entierro

por ir haciendo el salvaje.

11

El porrazo fue un portento;

voló por cima del techo;

y aunque lo toméis a cuento,

hizo un bache en el cemento,

pero él salió tan derecho.

Se levantó tan campante

y se marchó para casa;

no preguntó lo que pasa;

desapareció al instante

como el tío de Rumasa.

12

Fue una experiencia de pena;

nos recordó el incidente

cuando el otro penitente,

agarrado a la cadena,

lo arrastraron por el puente.

El taller nos dio pavor:

–Por chapa, arreglo y motor

diez mil duros me debéis.

Los pagó mamá Leonor

sin bajar del R-Seis.

13

Con la voz entrecortada,

Tino voceó furioso:

–Jódete, a sembrar cebada

pa que luego estos babosos

se lo coman en burradas.

Para evitar disparates,

tuvo una idea ejemplar:

no permitió los debates.

¡Que se vayan a estudiar

y no vuelvan por Guarrate!

14

El profesor gastó en vano

minutos y más minutos.

Jamás se notó su mano.

Siempre fuimos los más

brutos la parejita de hermanos.

Aplicados y certeros,

aprovechamos las bazas.

Los dos de la misma raza:

él, calabazas y ceros;

yo, ceros y calabazas.

15

Hice carrera sin tacha;

el estudio fue sencillo.

Hoy soy un hombre de brillo,

licenciado en remolacha

y doctor en pepinillo.

Tengo los puestos que quiero;

mi porvenir va que pinta;

soy desde abril a febrero

ministro en Tramosenderos

y embajador en la Ermita.

16

Subir tanto me ha costado;

surgen problemas a mares;

pero siempre me ha ayudado

el equipo que he formado

con todos mis familiares.

Agripina escoge miras,

Justi pone la experiencia;

Justiniano, la elocuencia;

mi tío Paco, las mentiras;

y Paquito, la presencia.

17

Si piden mi dimisión

y me presentan querella,

para calmar el gruñón,

da una verónica Estrella,

aunque acabe en revolcón.

Todo pasa por mi mano;

llego pronto a la oficina;

me despiertan muy temprano

los gritos que pega Mano

cuando está riñendo a Tina.

18

Aunque sea madrugada,

compruebo, alegre y confiado,

que está mi casa aseada,

las camas bien arregladas

y los trastes ordenados.

Un hombre de mi trajín,

si no descansa, se atranca;

tengo un relax de postín;

me divierto en Salamanca,

guiado por Torinín.

19

Me lleva a unos andurriales

oscuros, frescos y extraños;

me dice, mostrando el paño:

–Aquí andaban a pardales

mis familiares antaño.

Cuando entramos en un bar,

con las artistas se lía;

las besuquea al llegar;

y, después de saludar,

le peguntan por su tía.

20

En una de esas movidas

montamos el mogollón:

entró el Pollo bravucón

por dirección prohibida

y se organizó el follón.

Llevaba el coche repleto

Tori, asustado, decía.

–Para, Luisán, que la lías;

para, hombre, estáte quieto,

que viene la policía.

21

Nos defendimos a coces;

tras los gritos y las voces

un oficial nos reñía.

Había seis policías,

pero veíamos doce.

Tras observarnos de frente,

el jefe de los agentes

les comentó a sus muchachos:

–Quietos, no son delincuentes;

sólo un grupo de borrachos.

22

Luego siguió con sus gritos:

–A las pruebas me remito;

pueden marcharse ya libres;

no han hecho ningún delito;

sólo hartarse de cubalibres.

No se quería marchar;

el grupo se desespera;

lo intentaron levantar;

pero con la borrachera

no podía caminar.

23

Guiados por el instinto,

acudimos al lugar;

y después de meditar,

se lo dimos a los quintos,

que lo van a ajusticiar.

Finalizará la orgía

con una fiesta de altura.

Teresa dará finura;

Tino pone la alegría

y Torina la estatura.


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