Posteado por: rodriguezpascual | 26 diciembre 2010

El Tafarrón de Pozuelo


El Tafarrón de Pozuelo

Francisco Rodríguez Pascual.


«Allí se ve Pozuelo de Tábara, con umbrosas alamedas y la nueva torre. Las viñas siguen a nuestro lado.»

P. Morán

I.E l pueblo

Pozuelo de Tábara ha sido, hasta hace relativamente poco, un lugar agregado a Moreruela de Tábara, juntamente con Santa Eulalia de Tábara y algunos caseríos y casas sueltas, como Misleo, Quintanilla, Requejo, etc. Según Felipe Olmedo, todo el conjunto municipal se halla situado en un delicioso valle, rodeado de diversos montes, unos comunales y otros privados. Disfruta de buena ventilación y sano clima. Aunque su terreno no es rico, produce cereales, legumbres, frutas, pastos y alguna caza. Existen en el término varias clases de ganado. Si nos atenemos a la Memoria del Instituto Geográfico Nacional (1978), Pozuelo posee una superficie de 25,49 km2, siendo su altitud sobre el nivel del mar de 702 m. Confina actualmente con los términos municipales de Moreruela, Perilla, Olmillos, Ferreruela y Tábara.

El Catastro de Ensenada (1751) ofrece estos datos acerca de Pozuelo: tiene el término de Levante a Poniente una legua vulgar (6.400 varas castellanas), y de Mediodía a Norte tres cuartos de legua vulgares (5.044 varas castellanas), confinando con Moreruela, Tábara, Perilla de Castro y Moratones, dehesa perteneciente actualmente al término municipal de Olmillos de Castro.

El territorio está distribuido en tierras de secano, prados, monte bajo, matorrales, peñascales, cañadas, eras, huertas y cortinas (piezas cerradas). Se coge trigo, centeno y algo de cebada. Entre los árboles se citan: negrillos, álamos, manzanos, algún olivo… Y entre el ganado: ovejas, corderos, vacas, novillos cerriles, cabras… a los que hay que añadir 164 colmenas.

El primer asentamiento humano se produjo, con gran verosimilitud, en torno a la fecha de fundación de la famosa abadía cisterciense Nuestra Señora de Morerola o Moreruela en el valle de Tábara (ss. IX o X) a cargo de San Froilán y San Atilano, y reinando en León Ramiro III o Don Bermudo. En el siglo XVIII tiene Pozuelo 18 vecinos y 10 residentes, todos ellos con casa abierta. Hay 30 casas en el lugar. La población está distribuida aproximadamente de la siguiente forma: 16 labradores; 4 jornaleros; 4 pastores; 7 criados de servicio; 1 guarda de montes; 1 guarda de ganado vacuno; 1 cantinero o tabernero; 1 tejedor de paños; 1 maestro de sastre; 1 maestro de zapatero; 1 herrero; 1 barbero. Algunos de estos individuos eran forasteros. La población de Pozuelo durante el siglo XVIII estuvo pues entre los 150 y 160 habitantes. Después sufrió oscilaciones en un sentido o en otro. He aquí algunas cifras: 1900-482 h.; 1920-475 h.; 1978-367 h.; 1987-331 h.

Los escasos habitantes han vivido en casas construidas con los materiales de la región: mezcla de piedra y adobe o tapial, destacando entre ellas una taberna del común, una ermita ya desaparecida intra muros del lugar y la actual iglesia parroquial, construida en el siglo XVIII, con posteriores reformas. Desde el punto de vista eclesiástico, Pozuelo ha pertenecido y pertenece a la diócesis de Astorga. Hasta finales del siglo pasado, ha funcionado, con diversas incidencias, en régimen de señorío, dependiendo del marquesado de Tábara. Dicho señorío fue uno de los tres grandes –con título de “estado”– dentro de la antigua provincia de Zamora, de cuya capital dista Pozuelo 36 km. Los otros dos fueron el marquesado de Alcañices y el condado de Alba de Liste. Desde el punto de vista judicial, perteneció primero al partido de Tábara (7 km); posteriormente asignado al partido de Alcañices (55 km) y actualmente al de Zamora al desaparecer el de Alcañices. La especial situación administrativa de Pozuelo, le ha hecho objeto de numerosos tributos: diezmos y primicias de la iglesia de Dios, derechos de alcabalas y cuatro fueros del marqués de Tábara, arbitrio de Sisas, Redención de Cautivos, Canto de Astorga, Casa Santa, Hospital de Locos de Valladolid, refrescos a vecinos que participan en diversas tareas comunales: composturas, reparos de pontiones, lagunas, caminos y pozos, acotamientos de prados… A pesar de este acoso económico, en Pozuelo no existía ningún pobre de solemnidad, según el Catastro de Ensenada.

La ubicación de Pozuelo junto al camino (hoy carretera) que conduce a Sanabria y a Galicia-León, le ha permitido estar abierto a influencias exteriores de diverso signo. Esto, sin duda, ha contribuido a configurar el temperamento de los pozuelanos: acogedores, comunicativos, confiados… El titular de la iglesia parroquial y patrono del pueblo es San Juan Bautista (su nacimiento). Los ancianos del lugar aseguran que antes se celebraba con profusión de prácticas la famosa y mágica noche de San Juan: hoguera única, enremadas… En la actualidad han desaparecido todos estos ritos. Otras festividades –siempre religiosas– han girado en torno a diversas cofradías: Vera Cruz, Ntra. Sra. de las Candelas, San Roque, San Antonio y los santos Mártires, la Magdalena de Misleo… Sin embargo, la fiesta por excelencia de Pozuelo ha sido y es San Esteban (por cierto, no está documentada la existencia de su cofradía) y el Tafarrón, dos celebraciones totalmente consustanciadas, que constituyen el mayor signo de identidad del grupo y determinan esa unidad y cohesión resaltadas por cuantos se han acercado a él para estudiarlo.

II. L os personajes

1. El personaje sacro

El personaje sagrado está representado por San Esteban, protomártir y diácono, cuya festividad celebra la iglesia universal –y también la de Pozuelo– el día 26 de diciembre. Existe en la parroquia una moderna estatua del Santo en madera. Aparece figurado a la manera tradicional: joven con dalmática. El pueblo de Pozuelo profesa una grandísima devoción a San Esteban. Su imagen va a jugar un papel importante en las celebraciones del día 26, juntamente con el Tafarrón. Ambos personajes están íntimamente unidos, siendo, de hecho, los auténticos protagonistas de la fiesta. La relación del Tafarrón con San Esteban resulta contradictoria: por una parte, el Tafarrón hace burla del Santo; por otra, se rinde ante él con venias significativas; la gente dice que le pide perdón.

2. Los protagonistas

Los Tafarrones son los protagonistas profanos de la fiesta. En sentido amplio se llama a veces tafarrones a todos aquellos que participan directamente en la Función. De forma más reducida, se aplica la denominación a la pareja de disfrazados. En sentido estricto, el Tafarrón es el principal enmascarado.

a) El Tafarrón

Es la figura más llamativa de la fiesta. En torno a él giran los demás personajes profanos y se organizan los diversos actos o momentos de la celebración. Al Tafarrón nunca se le puede tirar, empujar o quitarle ninguno de los útiles que porta, como signo de poder y respeto hacia él, así como para poder defenderse él y a la madama cuando se le ataca o agarra. Este es su atuendo:

Vestido de pajas largas o juncos machados que le cubre el cuerpo desde el cuello hasta las rodillas. Está formado por varias capas superpuestas, que se abren

al correr o saltar. La más vistosa es la que cubre la espalda.

– Conjunto de nueve o diez cencerros atados a la cintura, debajo de la capa de la espalda. Suenan en todo momento.

– La careta. Va unida al vestido, en la parte del cuello, por una toalla blanca. Normalmente la lleva en la parte superior de la cabeza; en algunas ocasiones la baja para taparse la cara. La careta actual es de latón, pintado de negro; los cercos de boca, orejas y ojos van de color rojo. Tiene dos orejas de liebre, dos cuernos pequeños y un gran bigote.

El Tafarrón porta siempre dos instrumentos:

La pelota. Está formada por un palo de unos 40 cm de longitud unido a una bola hecha de telas e hilos fuertemente apretados por una trenza de cuerdas.

El cazo. Es una barra delgada de metal. Una de sus puntas termina en dos ganchos; la otra, en un medio círculo o cazo donde el Tafarrón recoge las monedas y otros donativos que le da el público.

b) La Madama

Desempeña el papel de mujer del Tafarrón. A él le acompaña y ayuda en todo momento. Pero siempre ocupa un segundo plano, careciendo de funciones específicas. Aparece como un simple complemento del Tafarrón. Es un mozo travestido. A la Madama sí se le puede provocar, empujar, agarrar y quitarle el sombrero u otro objeto que lleve.

Su indumentaria es la siguiente:

– La casaca: bata de tela muy ligera y de colores vistosos, que llega hasta la rodilla. Tiene en la parte trasera una M grande y lleva adosada una muñeca. – Sombrero de fantasía, forrado con al misma tela que la casaca.

– Unas castañuelas como instrumento propio.

3. Los acompañantes

Se trata de una serie de personajes que integran también la Función del Tafarrón, pero como elementos adyacentes.

Forman cuatro estamentos:

a) Los Alcaldes

Son dos y tienen el siguiente cometido: dirigir y velar por el estricto cumplimiento de los actos y tradiciones de la fiesta, haciendo siempre acto de presencia en la misma.

Visten así:

– Traje de calle.

– Capa española de color negro.

– Sombrero de fieltro en todo momento.

b) Los Mayordomos

Son cuatro, desempeñando las siguientes funciones: organizar la Función del Tafarrón, especialmente en lo que se refiere a la Casa de la Función y a la asistencia a los actos. El año anterior han sido Entrantes y al año siguiente serán Alcaldes o Tafarrones, según lo que les depare la suerte. Visten como los Alcaldes:

– Traje de calle.

– Capa española.

– Sombrero de fieltro.

c) Los Entrantes

Son también cuatro. Se trata de los mozos que han aceptado “hacer la Función” después de haber dado sus padres la conformidad. Van vestidos de calle e intervienen en momentos determinados.

d) Los Tamboriteros

Suelen ser dos: uno toca la caja y otro la dulzaina. Actúan en diversos momentos de la fiesta. Antiguamente iban vestidos con la indumentaria de la región:

– Camisa bordada en blanco en pechera y puños

– Chaqueta y chaleco de paño negro

– Calzón de las mismas características

– Polainas

III. Función del tafarrón

Como en Sanzoles, se llama a esta fiesta Función del Tafarrón. Por “función” se entiende aquí el conjunto de actos que tienen lugar con motivo del Tafarrón. La expresión popular “hacer la Función” significa participar en los diferentes actos y fases de la c reuniones durante los días del Tafarrón. A las comidas y cenas asisten aproximadamente unas cien personas, entre los familiares de los Mayordomos, que son los que la organizan y los invitados. El Mayordomo Mayor es el encargado de buscar la Casa de la Función.

Vamos a seguir paso a paso, en la narración/descripción de la Función, las notas facilitadas por Aurelio Tomás, alcalde del pueblo y diputado de cultura en la Diputación Provincial. Ha realizado, con la ayuda de sus compaisanos, una magnífica recogida y selección de datos, que estamos utilizando y utilizaremos a lo largo de todo este apartado.

En varias visitas a Pozuelo, hemos podido contrastar la veracidad y el rigor de la labor etnográfica llevada a cabo por Aurelio. Seguiremos el orden cronológico en la exposición de la gran fiesta pozuelana.

1. Día siete de diciembre, anuncio de la fiesta

Se anuncia la fiesta con la salida de los Mayordomos, que llevan un atado de cencerros de unos diez ejemplares sujetos a la cintura y una cacha o cayada. De esta guisa recorren las calles del pueblo en medio de un ruido estrepitoso. Los vecinos se dan por enterados de que han comenzado los actos precursores de la Función del Tafarrón, cuya fiesta está ya cercana.

Por la noche, después de finalizar el recorrido por las calles, el Tafarrón nuevo recibe en su casa a participantes e invitados. Acepta del Mayordomo Mayor la vestimenta y el instrumental. Al terminar el Tafarrón, quedará depositada en Casa de la Función del próximo año, que es la casa del Mayordomo Mayor. Invita después a todos a una chocolatada.

A partir del 7 de diciembre, los Mayordomos recorrerán con los cencerros las calles del lugar los miércoles, sábados, domingos, vísperas de fiestas y fiestas. En la semana anterior al Tafarrón lo harán todos los días. Visitan las casas de los mozos que van a intervenir en la fiesta y de otros vecinos que los invitan a tomar alguna cosa.

2. Día ventidós de diciembre: pedición de la leña

Es tradición que en esta fecha se reúnan los Mayordomos por la mañana y vayan a pedir permiso al alcalde del pueblo para cortar una encina de propiedad comunal. Con la leña recaudada, se alimentará el fuego en la Casa de la Función para cocinar las comidas y caldear el ambiente. Una vez otorgada la licencia, los Mayordomos dan una vuelta por el pueblo y se trasladan al lugar designado para el corte de la encina. Allí suelen hacer una comida campestre. Vuelven a Pozuelo entre el rumor de los cencerros.

3. Día venticinco de diciembre: Navidad y Vísperas

En este día comienzan los festejos propiamente dichos del Tafarrón. A lo largo del mismo, se desarrolla una serie de actos que vamos a reseñar.

a) Designación de entrantes

Por la mañana, después de la Misa Mayor, los Alcaldes pasan por las casas de los mozos que siguen en edad a los Mayordomos para comunicarles que ha llegado el momento de “pedir la Función”, si así lo desean. Los padres, presentes en el acto, son los que dan o niegan la conformidad. Los Alcaldes recorren los domicilios, casa a casa, hasta conseguir los cuatro mozos necesarios, quienes desde ese momento ascienden a la categoría de Entrantes.

b) Bajada de San Esteban

Por la tarde, los Mayordomos se encargan de bajar a San Esteban del altar para colocarlo en las andas en las que se le llevará durante la procesión del día siguiente. Existe la creencia de que al mozo que baja o sube al Santo le tocará ser Tafarrón o Madama, cosa que no siempre se cumple. Los encargados de subirlo después de la fiesta son los entrantes.

c) Las “vigilias”

Al oscurecer y con un ambiente cada vez más animado, suenan las campanas: es el aviso para comenzar los preparativos de las “vigilias”. Mayordomos, Alcaldes, Tafarrones y el alcalde del pueblo marchan a su casa para vestirse convenientemente. Los tamborileros, tocando la dulzaina, pasan después a recogerlos en cada domicilio, siguiendo este orden: Mayordomos, Alcaldes y alcalde del pueblo. Salen todos vestidos de capa negra y tocados con sombrero de fieltro. Se une el público que les espera y se dirigen hacia la iglesia para celebrar las “vigilias”, acto religioso con cánticos en latín a cargo de los asistentes. A la salida de la iglesia, el público congregado en la plaza comienza a pedir a gritos: “que salga el toro, que salga el toro”. Aparecen los tafarrones por sorpresa desde un lugar ignorado, abriéndose paso entre la gente. Es la primera aparición del Tafarrón y la Madama. Salen con los vestidos cambiados; es decir, el Tafarrón se presenta disfrazado de Madama, y viceversa. Golpean a cuantas personas se les oponen en su marcha. El Tafarrón pega con la pelota y la Madama con las castañuelas. De esta forma, llegan hasta la puerta de la iglesia, donde se encuentran los Mayordomos, los Alcaldes, el alcalde del pueblo y el sacerdote. Todos juntos se encaminan hacia la casa del alcalde de la localidad, con bailes y espectaculares saltos por parte de los Tafarrones. Se escuchan los primeros hiju, jú: es el clásico grito que lanzan los Tafarrones, principalmente en sus bailes y saltos. Los mozos asistentes tratan de provocar, con hechos, gestos y palabras, a los Tafarrones para que demuestren su valía saltando, moviendo los cencerros, tocando las castañuelas, manteniendo el orden… Cuando llega la comitiva a casa del alcalde, la madama echa los vivas a todos los participantes en la fiesta, terminando así las vigilias.

d) Primer baile

Por la noche se organiza una verbena en el salón del pueblo. Cuando más animado está el baile, aparecen los dos Alcaldes de la fiesta vestidos de Tafarrón y Madama. Bailan, saltan, golpean a los amigos del Tafarrón… Posteriormente dan paso a Mayordomos a Entrantes y a cuantos “hayan hecho la Función”, viejos y jóvenes. Tienen éstos la oportunidad de vestirse también por parejas de Tafarrón y Madama. Los últimos en aparecer son los auténticos Tafarrón y Madama con sus vestidos nuevos, que contempla por vez primera la gente. Saltan, bailan, gritan el hiju, jú y se despiden hasta el día siguiente.

4. Día ventiseis de diciembre: San Esteban y el Tafarrón

Este día está pletórico de actos, ritos y ceremonias, cada cual más significativa.

a) La noche de los Entrantes

Al terminar la verbena del día de Navidad, los Mayordomos entregan a los Entrantes los atados de cencerros y las cachas. Los Entrantes se concentran en un lugar determinado; de él salen para recorrer el pueblo sonando los cencerros. Pasan la noche juntos en una casa. Al amanecer, dan otras vueltas al pueblo con el fin de despertar a Tafarrones y Alcaldes, que tienen que levantarse y prepararse para comenzar a “dar los días”.

b) “Dar los días”: reconciliación vecinal

Juntos Alcaldes y Tafarrones, comienzan a llamar, una a una, a todas las casas del pueblo para “dar los días” y felicitar las Pascuas de Navidad y el Año Nuevo. Delante van los Alcaldes y detrás los Tafarrones, no debiendo coincidir nunca en la misma casa. Cuando los Alcaldes van lentos, los Tafarrones los golpean para que se den más prisa. Los vecinos de Pozuelo estiman que la costumbre de “dar los días” es muy importante, incluso trascendental, para la vida y la convivencia en el pueblo. El tener que ir obligatoriamente por todas las casas, incluidas aquellas en las que por las circunstancias haya enemistad y rencor entre alguno, y éstas están abiertas y con una invitación a tomar o comer algo y entregar un donativo en metálico, significa olvido de rencillas, y rencores, reconciliación, paz, unidad del grupo, comienzo de una nueva vida…

c) Misa Mayor

La misa comienza al finalizar de “dar los días”, aproximadamente a la una del mediodía. Se convoca a ella con repique solemne de campanas. Mayordomos, Alcaldes, alcalde del pueblo y una moza ataviada de carbajalina se reúnen como el día anterior y van todos hacia la iglesia acompañados por la música alegre de la dulzaina y del tamboril o caja. Los varones van elegantemente vestidos: traje, corbata, capa negra, sombrero de fieltro… El Mayordomo Mayor lleva un Ramo de frutos (Ramo de San Esteban) y un bollo “marimón”, que serán bendecidos en la Misa durante el Ofertorio y entregados posteriormente a los Entrantes para que los subasten. La moza lleva una bachilla o azafate lleno de trocitos de pan, que son bendecidos asimismo por el sacerdote y que se dan a los vecinos a la salida de la iglesia, después de besar la reliquia de San Esteban (antiguamente se daba también una “pinta” de vino a los hombres).

Mención aparte merece el llamado “Ofertorio del Tafarrón”, que en unas épocas se ha celebrado a mitad de la Misa y en otras al final. Para este acto, el Tafarrón, desprovisto de su indumentaria típica, se coloca arrodillado en el presbiterio y teniendo una cesta en la mano. El pueblo entero se acerca hasta él y deposita en la canasta toda suerte de objetos, generalmente sin valor y cada cual más pintoresco: billetes de autobús usados, papeletas de elecciones, tapones, etc. Parece como si se quisiera humillar o penalizar al que hace de Tafarrón con este gesto. Conviene subrayar, como indicamos antes, que el Tafarrón está desprovisto de su indumentaria. Él no puede entrar vestido en la iglesia, pero sí la Madama, que es la última persona que va a ofertar. Lleva un niño en brazos, que ofrece a San Esteban. El niño es promesa al Tanfarrón de continuidad, dice la gente. Siempre habrá niños/mozos que aseguren la continuidad del Tafarrón en Pozuelo de Tábara. Durante el “Ofertorio del Tafarrón” se canta el Himno a San Esteban.

d) La procesión

Después de la misa se tiene la procesión de San Esteban. Llevan a hombros las andas del Santo los cuatro entrantes. Delante va la comitiva oficial. Todos esperan a la puerta de la iglesia a que aparezcan los Tafarrones. La pareja va a correr y saltar –como simulando el arranque del vuelo– en dirección a la imagen, ante la expectación e interés del público asistente. Esto lo repiten varias veces durante la procesión, hasta que se regresa al templo. En esta actuación, el Tafarrón lleva la cara tapada con la máscara cuando va de frente al santo. Los Tafarrones hacen siempre la venia al llegar ante la estatua.

e) Carreras y limosnas

A continuación empiezan las carreras de los Tafarrones y su acoso a hombres y mujeres del pueblo. Pretenden pillar, uno a uno, a todos los vecinos de lugar. Cuando cogen a una persona, bailándola y saltando, exigen que les entregue “voluntariamente” alguna cantidad de dinero –500, 1.000, 2.000… ptas. (antes se daba en especie)–. Si se resiste a entregar el donativo, la golpean con la pelota y las castañuelas. Estas carreras y acosos duran hasta la hora de comer y continúan después por la tarde.

f) Comida, subasta y votaciones

El sacerdote, una vez concluida la procesión, se desplaza a la Casa de la Función para bendecir la comida. Esta se desarrolla sin ninguna ritualidad especial. Después de la misma, los Entrantes llevan el ramo de  fruta y el bollo a subastarlos. En la actualidad, pocas veces lo consiguen, ya que los mozos del pueblo tratan de quitárselos; ellos los defienden, valiéndose de todos los medios a su alcance. La pugna da lugar a escenas divertidas, que son reídas y celebradas por la gente.

Los Mayordomos y los Alcaldes no llevan por la tarde la capa negra, sólo van tocados con el sombrero. Los Alcaldes se ponen la capa a media tarde para realizar las votaciones. Este acto es organizado por los Tafarrones, que se encargan de mantener el orden. Para las votaciones se forman dos filas, encabezada cada una de ellas por un Alcalde, los mozos asistentes, y rematada por dos entrantes; en el medio se colocan los Tafarrones que corren de un lado para otro. En dichas votaciones se da o grita un voto a cada uno de los mozos que intervienen en el acto. Después de dar el último voto, que es el Tafarrón, salen todos corriendo como despavoridos. Los Tafarrones tratarán de coger a algún mozo que se escabulló en carreras anteriores. Con las votaciones y las últimas carreras de la tarde, que duran hasta que oscurece, terminan las acciones del Tafarrón en este día largo y cansado. La fiesta continúa en el salón.

5. Día ventisiete: final de la fiesta

Este día se celebra también misa festiva. Los Entrantes vuelven a sacar el Santo a hombros en procesión. Al concluir ésta, salen de nuevo los Tafarrones para correr a los mozos y coger a los que quedan sin pillar del día anterior. El Tafarrón va sin su atuendo característico; sólo lleva los cencerros, el cazo y la pelota. De este modo, se encuentra más ligero para correr a los últimos mozos, que, con ayuda de las mozas del pueblo, terminan cayendo en poder de los Tafarrones. Se aproxima la hora del sorteo. Todos la esperan expectantes y emocionados. Para unos será motivo de alegría; para otros, de tristeza y aun de llanto. Hacia la una del mediodía comienzan los preparativos. Los vecinos se van acercando a la plaza. Los Tafarrones recogen a los mozos que andan en cuadrillas o sueltos y los llevan al lugar del sorteo. Mayordomos, Entrantes, Alcaldes y Tafarrones han comprado botellas para invitar a los asistentes. Los Tafarrones hacen círculo con la gente y tratan de mantener el orden. Mientras, los Alcaldes preparan cuatro papeletas iguales con un nombre cada una. Alcalde, Alcalde, Tafarrón, Madama. Las muestran después al público para que compruebe su legalidad. A los Mayordomos se les nota un poco tensos. Una vez vistas las papeletas por el público asistente, son introducidas en el gorro de la Madama ante la presencia de los Mayordomos, que se encuentran en el centro del círculo. Se revuelven las papeletas y se cierra el sombrero.

A continuación, cada Mayordomo saca una papeleta, siguiendo el orden de edad, y sentencia así su suerte. De esta forma aleatoria, quedan señalados los Alcaldes y Tafarrones para el año siguiente. En la plaza se producen extremos de alegría y tristeza: llantos, gritos, abrazos, saltos… Los nuevos Tafarrones recogen los vestidos y los útiles de manos de los que han terminado. Dan una vuelta por el pueblo para dar a conocer su nombramiento a los vecinos que no han podido asistir al acto.

Después del sorteo se tiene un baile, en el cual los Tafarrones lo hacen fiado, poniendo, quitando y haciendo las parejas a su libre albedrío, sin que nadie se pueda negar a bailar con otro. Esto da lugar a escenas divertidas. Pasado un rato, se entregan las prendas específicas a los nuevos Alcaldes, que también están autorizados a hacer y deshacer parejas. Al final del baile, vuelven a entrar los Tafarrones para despedirse del pueblo hasta el año siguiente.

Así termina la Función del Tafarrón y comienzan los preparativos para la Función próxima.

IV.  Las canciones

Durante las fiestas del Tafarrón y San Esteban se pueden escuchar diversas canciones en Pozuelo de Tábara. Una de ellas  resulta esencial a los festejos: el Himno a San Esteban. Otras son de origen popular y responden a la idiosincrasia de la comarca.

1. Himno a San Esteban

En este himno se canta a San Esteban como protomártir de la fe y a la vez se proclama el compromiso colectivo de defender la fiesta, incluso con la entrega de la propia vida, frente a aquéllos que la intenten quitar. Las estrofas tienen un aire vibrante e inflamado, mostrando la tesitura de un pueblo enormemente celoso de su singularidad cultural. Se canta el himno repetidas veces durante las fiestas del Tafarrón. Pero el momento culmen o punto álgido se alcanza cuando el pueblo en masa y como una sola persona lo entona durante el ofertorio en la misa de San Esteban. Esta es la letra del himno:

¡Gloria a Esteban, amor de Pozuelo!

¡Gloria al mártir de la fe primero!

¡Gloria, gloria al santo de nuestra alma!

¡Gloria, gloria a quien tanto nos ama!

Hoy los nobles hijos de Pozuelo

cantan todos con gran alegría.

Si esta fiesta quitarse intentara,

ni uno solo con vida quedara.

¡Gloria a Esteban…

Seguiremos con paso seguro

la consigna de nuestros mayores.

y esta fiesta será en el futuro

la gran fiesta de los Tafarrones.

¡Gloria a Esteban…

La bandera de Esteban seguimos

y por ella queremos morir.

Si la vida por Cristo tuvimos,

el morir por Cristo es vivir.

¡Gloria a Esteban…

2. Otras canciones

“Qué bello es Pozuelo”.

Cántico que vienen cantando nuestros mayores, que se canta en momentos alegres y furtivos en cuadrilla en cualquier época del año.

¡Qué bello es Pozuelo!

¡Qué bello es Pozuelo!

Charcos en las calles

ni un triste paseo

más no nos importa

porque te queremos

Aquí hemos nacido

y este es nuestro pueblo

y no lo cambiamos

por el mundo entero

¡Qué bello es Pozuelo!

¡Qué bello es Pozuelo!


Respuestas

  1. Una pena que habiendo tantos textos, de antropologo españoles, no se haya tenido el mas minimo interes en para cotejar y poder explicar algunos de los conceptos de estas fiestas.
    Aconsejo leer, el libro de Julio Caro Baroja,,, el carnaval

    • Este texto fue escrito antes de 1987 por Francisco Rodríguez Pascual. Lo tenía inédito y fue publicado en el año 2009 tal como él lo dejó escrito. Está en Mascaradas de invierno en la provincia de Zamora. Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana. 24. Semuret. Zamora 2009. En el manuscrito original tiene una introducción donde lo primero que hace es referirse a Caro Baroja, que ya en 1963 había publicado un artículo sobre las mascaradas de invierno en España, luego menciona otros títulos, pero a la altura de aquellos años 80 del siglo XX, hoy resultan insuficientes. No alteramos el manuscrito original de Francisco Rodríguez Pascual, aunque en nota a pie de página (página 12 de dicha publicación)advertimos la fecha (1987) de la redacción de la investigación y de la bibliografía que en ese momento tenía el autor.
      Gracias por entrar en el blog, y esperamos haber aclarado algo sus limitaciones.
      un saludo.

  2. http://el-tafarron.blogspot.com


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